martes, 22 de marzo de 2011

Cálida.

Le acaricia la cara... 
Puede sentirlo, olerlo, respirarlo. Puede notar el tacto de las finas hebras que hemanan verdes y a rayas sobre la tierra sobre la que se posa, o sobre la que vuela, o sobre la que se posa y vuela.
Puede sonrojar sus mejillas como si los rayos de aquél astro rey estuviesen fijándose en ella, solamente en ella. Y acurrucarse en él, libre, reina también, y única. 
Le acaricia la cara...
Aún queda un poco, pero el verano comienza ya a llamar a la puerta de sus sueños.

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