jueves, 28 de julio de 2011

Descubriendo a... una escritora.



"¿Sabes cuándo es el mejor momento? Cuando acabas tu primer borrador y lo lees para ti solo. Antes de que esos gilipollas cojan algo que nunca en la vida podrían hacer y lo hagan trizas en un solo día."

martes, 26 de julio de 2011

Tú.

Lleva el pelo corto, justo en el término medio para que le quede perfecto. Tiene una nariz respingona, de esas a las que no se les escapa una mientras hacen cosquillas de forma involuntaria por la piel. Los labios reflejan batallas y también demasiadas noches, pero la parte izquierda, que sobresale una pizca, tiene dueña, o eso asegura la misma.
Asegura ser más que menos indiferente, aunque a veces sus ojos castaños le hacen una mala jugada y reflejan más de lo que quisiera acerca de esa pose. Es extrovertido e introvertido, más suyo que de nadie, y más de nadie que suyo, según el día, excepto con esa única persona que le conoce por entero. Necesita Vivir notando la Vida, el término "aburrido" jamás aparecería en su descripción. Tiene miedo de sí mismo por culpa de una casa sin puertas, y al mismo tiempo lidera aquél dicho del amor propio por culpa de demasiadas puertas sin casa.
Es infinitamente ágil con las manualidades, y también con las palabras (en situaciones de muchos nervios es capaz de hablar sin parar hasta doce horas seguidas haciendo descanso sólo para dormir)
Lucha por conseguir ser el número uno, y sólo flaquea cuando su único pilar indestructible tiembla un poco a causa de alguna racha de viento. Ha aprendido sobre la experiencia, y sabe extraer de las personas lo mejor de sí, y aunque él lo llama egoísmo, en realidad es una cualidad, ya que no suele sufrir por desengaños.
Lo da todo a su Todo y sabe hacerla sentirse afortunada cada día, contándole al oído sólo lo que el Amor es capaz de contar.
La soledad le atrae y le repele al mismo tiempo. Posee grandes metas y una gran capacidad para llegar a ellas, igualable a la sensación de "para ayer" que le atormenta cuando desea algo.
Es libertad, es fuego, es locura, es independencia, es hogar y es familia.
Es él, como no podía ser otro.

Nada.

Si el sol no tiene espacio para sus rayos,
si la luna no tiene tiempo para salir,
si las estrellas suenan a modo de pasos
que no saben qué respuesta añadir.

Si las sábanas huelen a nuevo,
si la almohada parece un pasillo sin fin,
si la piel reclama arder en el fuego
eterno y sin miedo de su elixir.

Entonces escribir poesía...
Ni es poesía. Ni es...

Ángel.

Algún día te haré un relato, o un libro. Ojalá pudiera ser un libro.
Y contaré a todos lo que eres. A todos esos que no lo saben. Aunque en el fondo estaría contándomelo a mí, recordándote como en la foto de mi habitación, sonriendo, plasmándote, como tú eres, así, con esas alas enormes.
Porque claro que son alas enano, claro que lo son... Aunque si te digo la verdad preferiría que nunca las hubieses tenido.
Sí, algún día te haré un relato... Te lo prometo.

lunes, 18 de julio de 2011

Pétalos.

Lleva el pelo rubio, teñida, de bote. Tiene tres piercing y dos tatuajes y medio (proyecto de) Estudia Filosofía porque es un poco rara, y pronto Literatura porque es demasiado idealista. Configura el mundo detrás de unos ojos castaños, y puede que porque sean grandes o porque simplemente sea así, siente el mundo como algo inmenso. Odia el término odiar salvo cuando éste se abraza al amor, y ama con toda su alma, pero sólo a uno, su mitad. Si te la encuentras caminando sola puede que esté sonriendo y esto puede ser o bien porque los cascos del ipod le transmiten algo que le gusta, o bien porque simplemente está en su mundo, su mundo rosa, particular. Escribe, mucho, porque lo vive. Vive, mucho, porque ha encontrado a su Vida. Canta para sí o para el auditorio de la ducha. Tiene una perra, la más bonita del mundo, asegura siempre. Lo da todo hasta que dice basta, aunque los que la conocemos sabemos que es hasta que la obligan a decir basta. Siempre está dispuesta a ayudar, y las personas la siguen, no sé si llamarlo influencia o energía. Es torpe, olvidadiza y muy a menudo un desastre. Eso de lo práctico no se le da bien, lo suyo es volar.
En ocasiones ha oído, incluso de su propia boca, que es difícil, tremendamente difícil, definir a alguien. Pues parece que siempre queda esa sensación de que algo (seguramente importante) se olvida...
De todas formas ya dije olvidadiza, ¿no?

domingo, 10 de julio de 2011

Wall-e.


Se vuelan. Hay ciertas personas que se vuelan, que se esfuman, que se piran, que se van sin decir adiós.
Y entonces la habitación que les habías otorgado en tu corazón se queda vacía, y los cuadros donde quedaban enmarcadas sus fotos no dejan de hacer preguntas.
"Que se han ido, que se han marchado sin mirar atrás. Que quizá no se han dado cuenta, y sólo se han ido de vacaciones, sin poder avisarte por cualquier trámite improvisto. Que volverán, que sí, que no hay que remodelar la habitación, que no, que esta vez no."

Y entonces te das cuenta de que, sí, esta vez, como las otras, estás hablando contigo mismo conociéndote de sobra las respuestas, y sabiendo de nuevo que habrá que hacer hueco en el trastero para tantos cuadros.

sábado, 9 de julio de 2011

Coser y... escribir.

El otro día leí, no recuerdo si en un blog, o en un libro (leer tanto causa pérdidas, que no os engañen) la palabra "enhebrar". Y pensé en una niña que cosía y cosía, dedicando toda su vida a ello por culpa de una madrastra malvada que en el fondo le tenía envidia por su belleza (la cual, como ya se imaginarán a estas alturas, quedaba plasmada en los tejidos que noche tras noche creaba) Y es que cuando la niña enhebraba el hilo... lo demás era, como dice mi madre, coser y cantar.
También pensé en aquél conferenciante que un día llegó a la facultad olvidándosele en casa la oratoria, que ya no digo la retórica (porque además rima, y eso queda muy mal en prosa, las reglas son las reglas) Y recordé cómo hablaba sin parar, clavando sus ojos pequeños y desgastados en una cantidad demasiado larga de folios (incluso infinita, oí decir detrás de mí) El catedrático de, ni más ni menos, Filosofía, enhebraba palabras como quien acude a un concierto de Black Eyed Peas en busca de paz. Pero, eso sí, los aplausos finales no faltaron, que para eso era el buen señor catedrático, y profesor, y había estudiado un montón de autores.
Después me acordé de mi madre cuando me enseñó a enhebrar el hilo en un intento frustrado de que aprendiese a coser, y me vino a la mente también mi profesora Yolanda de Literatura e Historia, que siempre creyó en que a pesar de no saber coser, podía escribir y crear telas de esas que no se olvidan.
En fin, que ahí me encontraba yo, leyendo lo que fuese, estancada en aquella palabra tan evocadora. Y es que leer, y escribir, causa pérdidas, pero parece ser que también el doble de ganancias.

lunes, 4 de julio de 2011

Sin tapujos.

- ¿Y cómo va eso de disfrazarse?
- Un día mujer fina, labios rojos, pelo perfecto, sonrisa a juego, blanca, blanquísima, y tacones enormes que elevan al séptimo piso, como cielo. Y al otro pantalones anchos, peinado natural, maquillaje solo en caso de sensual urgencia para él, y bueno, cómo no podían faltar, unas buenas zapatillas de ese arsenal del que dispongo.
- ¿Y quién eres de las dos?
- Qué pregunta más estúpida. Soy las dos.
- Pues o estás como una cabra, o... no lo sabes ni tú.
- Claro, también las dos.


Sin título.

Afuera, en la piscina, los niños juegan y gritan y se enloquecen creyéndose héores de historias que jamás terminan.
Afuera, en el parque, los perros olfatean cada rastro, imaginándose con sus ojos color caramelo cuántos otros perros habrán pasado por allí y cómo podrían jugar con ellos.
Afuera, en la ciudad, las personas también olfatean, gritan, se enloquecen, compran, caminan y corren. Diversos motivos, diversas acciones, diversas reacciones, c'est la vie.
Afuera, en el mundo, los planetas giran según sus leyes (oh, menuda palabra se me ha colado), el sol sigue emitiendo calor y la tierra sigue creyéndose metafóricamente el centro del universo.
Y aquí dentro, en mi habitación, yo ni juego, ni grito, ni me creo nada. Además, me duele la cabeza, como aquél chiste que dice que el mundo se está quedando sin genios.
Qué verdad más insolente... Como aquí, ahora, esta habitación.