lunes, 25 de junio de 2012

Eres. Sólo tú.

Eres mi razón preferida.
Eres mi mejor razón, y el único capaz de hacer que la pierda.
Consigues romper las barreras de las ideas transformándolas en realidades.
Sólo tú haces que la mejor cama no se encuentre en un cuatro estrellas, sino bajo un cielo estrellado.
Moldeas mis miedos, sin quererlo los apaciguas y a la vez los haces cada vez más grandes, porque no sé qué haría sin ti, y ese es el mayor de todos.
Rompes mis esquemas, y creas otros nuevos, sólo tuyos, sólo tuya.
Eres el color de mi nombre.
Eres las páginas de mi libro, la tinta de mis venas, el bolígrafo de mis dedos.
Todo eso que imaginaba: pues mucho más, y mucho menos, y así me llevas, bailando loca por los días del calendario. Pidiéndole al tiempo que nos dé precisamente eso para consumirlo juntos hasta el último tic-tac de nuestros latidos. Pidiéndole a Dios que, si me escucha, cuando mi corazón deje de latir, siga mi alma enlazada a la tuya por encima de nuestros cuerpos.
No es literatura, ni metáforas, son deseos reales. Estás por encima de mis expectativas, por encima de mis razones, por encima de mí, de mis dificultades. Y es que soy un conjunto de enredos, y como tú bien me has definido, una katiuska interminable, y sólo tú, una vez más, sabes cómo se sacan las piezas, dónde está mi corazón, y dónde se encuentra mi punto débil, y eso es lo que nos hace tan fuertes.
Eres mis alas para volar. Hasta que te conocí sólo había creído planear, pero era mentira. Yo era mentira.
Y tú eres mi verdad. Mi amuleto, mi historia real, mis noches leyendo tu cuerpo, mi yo, mi vida, y mi siempre penúltima frase...


jueves, 21 de junio de 2012

Other.

Se le enredaba el pelo entre los sueños que no se cumplían de la almohada. Le gustaba levantarse despeinada, aún con la resaca de las noches en las que bebía demasiada ausencia. No lloraba casi nunca, más lágrimas, más pérdida de conciencia. No se acordaba de nada, o quizá de todo, por eso no pensaba. Hacía tiempo que había quitado el espejo del baño. Comía esperanzas ligeras, pero no había postre, así que de nada le servía. Tenía tantos libros como lunares. Y tenía tantos lunares como lunas de mentira. No hablaba con nadie, siempre tenía miedo. No salía a la calle, nunca tenía ganas de ver arco iris.
Así pasó años, hasta que al final se cambió de casa, se cambió de pelo, se cambió de ropa, y se transformó en un recuerdo.
Si te sientes sola sobre la cama al levantarte, ella estará por ahí, con un vaso de plástico instándote  a que llores, mientras te prepara un postre.

lunes, 11 de junio de 2012

Hogar.

El día de mañana quiero tener una casa contigo. Con una biblioteca gigante, una casa biblioteca. Y encerrarme allí, horas y horas, y que tengas que venir a buscarme porque me he perdido.
Y perderme adrede, para que tú vengas a la biblioteca a leerme a mí.
Quiero una cama enorme, que contenga nuestros sueños. Y otra pequeña, para los días en los que todo me dé miedo sin ti.
Un armario que nos lleve a otro mundo sin necesidad de una puerta mágica, y una alfombra que vuele para los días en los que no nos apetezca andar.
Una pecera con peces de colores, todos con nombre, aunque los confundamos, y perros, muchos perros, todos en una habitación jugando al póquer (la Chula les habrá enseñado a todos cómo colocar las patas para coger las cartas)
Quiero pósters de nuestras películas favoritas, y fotos en blanco y negro, y en color, y tú y yo en un sofá, con una manta, mientras afuera llueve.
Quiero tu olor en las cortinas, y el humo de tu risa que consigue prender fuego a los poros de mi piel, haciéndoles adictos, muy adictos, a ti.
Una casa sencilla, con cuatro cosas. A tu lado.



martes, 5 de junio de 2012

Vivir volando.


Nunca he sido una de esas personas que viven en la tierra. Siempre he surcado nubes, volado en corazones, pintado alas, y escrito personas. Odio la gente que utiliza los aviones porque no sabe volar en un mismo destino. Nunca he aprendido a andar con pies de plomo, fui de las que más se cayeron en el colegio, y soy de las que más siguen cayéndose persiguiendo máscaras. Entrego mi corazón en tarjetas -parking 24 horas dice- pero la mayoría tiene cosas que hacer, y me lo agradecen mientras se van, o se quedan para venderme a mí promesas al contado.  
Las nubes no son nubes, son mi hogar, y el mundo tiene la forma que yo le doy.
–Pobre entusiasta-, y yo me río. Me río, mucho, muchísimo. Es mi nota musical preferida. Y mientras me río, me esparzo, me expando, soy luz. De pequeña escribía, continué escribiendo con los años, y ahora escribo, siempre escribo. Me gustaría hablar con esa primera escritora y decirle que la quiero, y que gracias -nunca está de más dar las gracias, hacen falta muchas más, y besos, hacen falta besos-.
Nunca he sido una de esas personas que viven en la tierra. Yo prefiero volar, cada vez que escribo, cada vez que le escribo, cada vez que me late el corazón. No creo que aprenda nunca la diferencia entre los que vuelan conmigo, y los que desean que aterrice. Pero no me importa. Yo vuelo. Y vuelo, a pesar de tenerle miedo a las alturas. 


viernes, 1 de junio de 2012

Educación.

http://www.estrelladigital.es/cartas/Educacion-ROSA-GARCIA-MACIAS_0_1186681376.html

Natural.

Está nerviosa. La noche se acerca, y él, por tanto, también. Le laten las mejillas y tiene rojo el corazón. El armario está vacío y nada de lo que hay en la cama le sienta bien, tiene que encontrar la combinación perfecta. El maquillaje sigue en su sitio, ni siquiera ha comenzado a pintarse. De fondo suena una canción que dice algo sobre aprovechar cada minuto, y comienza a bailar mientras canta frente al espejo, aún sin vestir. Siente la ingravidez de sus pies y vuela a través de las notas, se siente viva. "Vamos a poner el mundo del revés" -está diciendo la cantante. Y ella precisamente sólo sigue lo que estos le marcan. Se ha olvidado por completo de la ropa, del armario desordenado, de la perfección, del pintalabios, de los tacones. Sólo baila, y canta. Sólo siente.
De repente unas manos la frenan, la agarran de la cintura, la apartan el pelo de la cara y la besan.
-Estás preciosa.-
Y de fondo suena alguna canción, pero ya no sabe decir cuál.