jueves, 22 de enero de 2015

Mi cielo en tu pelo.

La lluvia, las flores
los cláxones,
mi pelo.

Yo, un libro abierto,
demasiados anhelos;
Confío en las gotas
porque no tienen miedo.

La lluvia, flores,
poemas,
desvelos.

Se me revuelven las mariposas
que vuelan a prisa,
ciegas, delirantes de vida;
Mi pecho.

Empápame cielo,
juega conmigo a crear el destino,
a llorar a destiempo,
entre coches y cuerpos.

Sola encharco mis dedos
en los pliegues de un sueño;
Que yo no me creo que
la vida sea sólo dinero.

Que la vida es
estrépito de gotas,
cláxones sin miedo,
poemas que vuelan,
mariposas en el pecho,
dedos que sueñan
empapándose en cuerpos,
pliegues de dinero
que llueven desvelos.
Que la vida es un
libro abierto,

mi cielo en tu pelo.


El mar con azúcar, el café con sal.

Me gustan las personas que leen en los buses y en los trenes. Como si quisieran detener el tiempo, hacer desaparecer las distancias. 
Me gustan las personas que vuelan sin necesidad de haber subido jamás a un avión. Las que viajan mientras toman café en su lugar habitual.

Me gustan los que ríen tan fuerte que son capaces de acallar a la muerte, desterrándola de la vida. 

Aquéllos que, cuando miran, llevan consigo un pedazo de cielo, varias nubes, tremendas tormentas. Y aún así, son luz, pura luz, cuando observan el mundo. Sin ese tipo de almas, me temo, el sol haría ya tiempo que se habría cansado de iluminar la tierra.

Me gustan los que acumulan arrugas sin abandonar Nunca Jamás. Esos que bailan cuando están sentados, no duermen la noche del cinco de enero, y lloran cuando pierden. -¿Sabéis que hay personas que ya no lloran? Creen haber sufrido tanto que nada ya puede hacerles sentir. Os confieso que esas personas me asustan.-


Me gustan las personas que caminan como si buscasen algo, aunque estén perdidas. Creo que las huellas que dejamos en la vida cuando nos vamos son un resumen de quiénes hemos sido. Hay huellas grandes, y otras más pequeñas, pero sólo recordamos las que fueron lo suficientemente fuertes como para dejar marca. 

Así que valoro a aquéllos que, aunque a veces cansados, a veces rotos, siguen caminando como si fuesen a algún lugar que todavía desconocen. Sólo esos, pienso, se atreven a vivir. Además, si miras su rostro, no les verás cabizbajos, mirada al suelo, sino admirando el paisaje, calándose bajo la lluvia, helándose de frío, desnudándose al sol, amando y odiando -como sólo puede hacerse realmente- la vida.

Acuden a mí ahora los versos de Antonio Machado...

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Y es que me gustan los poetas, pero aún más, mucho más, los que convierten en poesía esta -breve, intensa, fugaz y maravillosa- vida.










jueves, 15 de enero de 2015

Coser y... escribir.

El otro día leí, no recuerdo si en un blog o en un libro (leer tanto causa pérdidas, que no os engañen) la palabra "enhebrar". Y pensé en ese término en una acción completamente diferente a la que suele entenderse: coger el hilo, introducirlo por el agujero et voilà. Y entonces apareció en mi cabeza una niña que cosía, dedicando toda su vida a ello por culpa de una madrastra malvada que en el fondo le tenía envidia por su belleza (tal hermosura, como ya se imaginarán a estas alturas, quedaba plasmada en los tejidos que noche tras noche creaba) Y es que era preferible someter a una niña a tal oficio que otorgar libertad a la belleza. Además, cuando una bruja aparece en un cuento… lo demás es, como dice mi madre, coser y cantar. 
También pensé en aquél conferenciante que un día llegó a la facultad olvidándosele en casa la oratoria, que ya no digo la retórica, la poética o la práctica (porque además tiene rima, y eso queda muy mal en prosa, las reglas son las reglas) Y recordé cómo hablaba sin parar, clavando sus ojos pequeños y desgastados en una cantidad demasiado larga de folios (incluso infinita, oí decir detrás de mí) El catedrático de, ni más ni menos, Filosofía, enhebraba palabras como quien acude a un concierto de Black Eyed Peas en busca de paz. Pero, eso sí, los aplausos finales no faltaron, que para eso era el buen señor catedrático, y profesor, y había estudiado un montón de autores.
Después me acordé de mi madre cuando me enseñó a enhebrar el hilo en un intento frustrado de que aprendiese a coser, y me vino a la mente también mi profesora Yolanda de Literatura e Historia, que siempre creyó en que a pesar de que yo no sabía coser, podía escribir y crear telas de esas que no se olvidan.
En fin, que ahí me encontraba yo, leyendo lo que fuese, estancada en aquella palabra tan evocadora. Y es que leer, y escribir, causa pérdidas, pero parece ser que también el doble de ganancias.


miércoles, 14 de enero de 2015

Lluvia.

No hay metáfora mejor para la tristeza que la lluvia. Ni mejor lluvia para la tristeza que la metáfora.


Así.

A veces frío, A veces lluvia. A veces viento, A veces sol. A veces. A veces no.




Ser nómada sin moverse, ahí está la verdadera esencia. Como quien vuela sin tener alas. Como si.
Conocerse a uno mismo es una aventura que dura toda la vida. Un horizonte, no un lugar.

Reflexiones +

Puedo vivir sin importarme lo más mínimo el funcionamiento de las máquinas, los procesos de creación de las cosas materiales, etc.
Y sin embargo me embarga la inquietud cuando observo a un pájaro volar. La belleza de cada instante, de cada persona, de cada... todo. Me pregunto por el alma, la mente, lo fugaz, lo efímero, el corazón como un ser especial de cada uno y no como un órgano. Me apasiona pensar que somos creaciones con la oportunidad de crear.
El día, la luna. El sol, la noche. La mirada de los animales. Me inquieta la vida como el misterio de vivir. 
Lo que tiene ya solución-respuesta, sencillamente no me interesa.






Reflexiones.

Amigo es aquél que, viendo las espinas, decide cortarse para acariciar la flor.
Por eso muchos prefieren simplemente contemplar desde fuera. Prefieren no sangrar.


Pájaros metálicos.

Dónde irán esos pájaros metálicos. Cuál será su destino si no son las mismas nubes, si no es acariciar el cielo con sus alas.


Yo soy lluvia, y tú sol. O al revés. Pero sólo juntos somos capaces de crear colores.



Diario.


Últimamente estoy viviendo tantas cosas que apenas tengo tiempo para asimilarlo y escribir-lo.
Escribir acerca de algo es un paso más, como una aceptación de que se ha vivido ese algo hasta los huesos.
"El dolor inspira", porque se acepta como sólo puede aceptarse una herida. Los momentos de confusión, sin embargo, son páginas en blanco.

Y los momentos enormemente bellos de la vida no se escriben, se viven, como sólo puede vivirse la poesía.


En fin, poesía, dolor y páginas en blanco. La vida misma, como un buen libro.

(Mucha poesía)