jueves, 29 de mayo de 2014

Por si acaso.

Tiene siempre un papel en blanco guardado, por si acaso.

Para ella el mar es una pecera, y el mundo un océano. Hace tiempo ya que  se dio cuenta de que los animales, la mayor parte de las veces, son más humanos que las personas. Y las personas simplemente diferentes, ni buenas ni malas, sólo y esencialmente diferentes. 
Tiene sueños de niña, y acciones de mujer. Piensa como un pájaro, y vuela como un cometa, anclada en la tierra -que es reflejo del cielo, dice-.
Aprendió hace algunos años que la muerte no es el final, sólo un punto y coma de una redacción que no nos pertenece, pero de la cual sí podemos ser autores. Escribe como una lectora, lee como una escritora.
Siente tan dentro que a veces la tristeza le hace agujeros en las mejillas que duran semanas enteras. Y entonces la lluvia es su estado de ánimo. 
Camina con el corazón por fuera, siempre por fuera. Dice que es lo que mejor le sienta. Como a veces esto le ha acarreado enormes daños, ha confeccionado un escudo que utiliza cada día. De esa forma todos ven su corazón, pero muy pocos llegan a tocarlo. 
Sonríe por lo menos ocho veces al día, y ríe todos los días de la semana. El médico le dijo que podía ser peligroso, pero hace mucho también descubrió que nadie puede ejercer fuerza suficiente para impedir la propia felicidad. Y si el corazón estalla, que estalle de amor, de risa, de vida. ¿De qué si no íbamos a morir? -se pregunta-.

Es delicada, como una flor. 
Y si no escribe, se marchita. 

Tiene siempre un papel en blanco guardado, por si acaso. 

Dibujo por Cira Feo Merino.