jueves, 30 de junio de 2011

Una mente abierta puede cambiar el mundo.

"Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos. Sospecho que en este momento, estarán dando ordenes por teléfono y que hombres armados ya vienen de camino. ¿Por qué? Porque mientras que pueda utilizarse la fuerza, ¿para qué el dialogo?.
Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado y si se escuchan, enuncian la verdad. Y la verdad es, que en este país, algo va muy mal, ¿no? Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión. Antes teníais libertad para objetar, para pensar y decir lo que pensábais, ahora tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os conforméis y os convirtáis en sumisos.
¿Como ha podido ocurrir? ¿Quien es el culpable? Bueno, ciertamente unos son mas responsables que otros y tendrán que rendir cuentas. Pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, solo tenéis que miraros al espejo. Sé porque lo hicisteis, sé que teníais miedo. Y quién no. ¿Guerras, terror, enfermedades? Rabia. Una plaga de enfermedades que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común."

miércoles, 22 de junio de 2011

Formas.

"Hoy es el primer día del resto de tu vida."

PhilosophiaRosa.

Se suele hablar a menudo de un "a veces". Y a veces, se suele hablar de un "en ocasiones".Y es que sí, a veces, en ocasiones, observo.

Y a veces, en ocasiones, encuentro. De todo tipo. ¿Cuántas alas fuertes caben en ese cuerpo débil? ¿Cuántas rocas aguantan las olas? ¿Cómo se puede sobrevivir a una supervivencia?

Y a veces, a menudo, encuentro. De todo tipo. ¿Con cuánta frecuencia ocurre un eclipse lunar, justo, en el momento justo, de un día tan único, tan especial? ¿Cómo es posible tanta energía positiva en dos energías incompletas que se hacen completas, y que... a veces polos opuestos que se comprenden, en ocasiones idénticos que se ven? ¿Cuánto amor cabe en un pecho que son dos?

Y a veces... en ocasiones... encuentro preguntas. Pero si sigo observando, a menudo, siempre, lo más maravilloso es no saber responder.

jueves, 2 de junio de 2011

Relámpagos.

A veces puede tratarse de un cambio de perspectiva, o quizá de una perspectiva adquirida desde que se es persona.
Unos nacen mirando sus pies, otros prefieren los edificios, unos no paran de compararse con el resto acorralándose más y más en su envidia, otros caminan taciturnos, sin mirar... Y por último los hay que nacen mirando al cielo. ¿Cuántas posibles vistas pueden adquirirse de esta forma? No sólo se aprecian nubes, se tocan. No sólo se observan los pájaros, se vuela. No sólo se mira, se mima, se cuida, se ve. Pero todo eso sólo es posible cuando aparece una persona que mira a quien mira el cielo, y decide unirse, ajustándose así a su campo de visión, convirtiéndose propiamente en su cielo.
Y otros, cuando ven a este tipo de personas, no saben cómo actuar, ni siquiera saben cómo esa propia persona ha de actuar, y hacen que llueva, que truene, que caigan relámpagos... Porque no comprenden el verdadero significado de ver, ya no mirar únicamente, el cielo. ¿Y qué ocurre cuando llueve, truena y caen relámpagos? La persona que mira el cielo se siente triste. Comprende y no comprende a la vez que es diferente, y se sitúa en la tesitura de si es ella quien realmente debe cambiar o son esas personas las que jamás comprenderán lo que simboliza su cielo, su mirada ante la vida.
Puede que varias veces se haya calado, y otras haya decidido huir y guarecerse, pero siempre, cuando regresan nuevas personas que hacen que llueva hasta acatarrar el alma, aunque sea pasajero, vuelve a colocarse ante las mismas preguntas.
Aunque sabe, en el fondo, que será el cielo también quien le ayude en su respuesta.

Te lo repetiré toda la vida...

Nunca esperas que la vida sea tan agradecida.
Simplemente vives pidiendo cada día que eso que tanto deseas llegue y te haga ver el mundo, aunque luego te das cuenta de que eso que tanto pides, cuando llega, se convierte en tu mundo.
No, nunca esperé que la vida fuera tan agradecida.
Simplemente vivía pidiendo algo que pensé que ni siquiera existía porque era, en mi imaginación, demasiado perfecto. Y después, cuando llegó, cuando mi deseo se hizo nombre propio, me di cuenta de que nada de lo que hubiera podido pedir llegaría ni siquiera a rozar lo que estaba hecho para mí, lo que está hecho para mí.
Cuánto imaginé, cuántas palabras fueron dichas pensando que jamás llegarían a ser oídas, y mucho menos por mí, en cuántas páginas de libros me refugié creyendo ser la protagonista, huyendo, deseando... Buscaba un mundo donde pudiera ser yo, donde abrir los ojos significase comenzar a soñar.
Y tanto pedir, tanto deseo albergó mi alma que al final la vida me brindó el mejor regalo que, como digo, jamás habría imaginado.
Muy lejos quedan las historias de amor narradas en páginas por autores desconocidos, muy lejos quedan las fantasías, incluso los deseos. Nada de eso se asemeja ni una milésima a la realidad que tengo, a esa persona que ha sabido traerme Vida a la vida, y que me ha enseñado a amar a fuego, a hielo, con el alma, con el cuerpo, con todo mi ser, que es suyo, toda yo, nada más, nada menos... Todo está en equilibrio cuando son sus manos las que me ayudan a caminar. Todo está en su sitio, como debe ser, como siempre debió ser y como debería ser, por primera vez.
Y no, no, nunca imaginé tanto... Ni siquiera, no... Nunca tuve la oportunidad de escribir tanto, y de no escribir a la vez. Porque es demasiado lo que tendría que relatar, y prefiero vivirlo, amarlo... prefiero vivirle, amarle, entregarle todo, igual que él hizo y hace conmigo.
Ahora sé que no me hace falta tanto saber, tanta razón, porque lo verdaderamente importante no reside en la cabeza, aunque adore la sintonía que adquiere con el corazón desde que él la supo escuchar; ahora sé que no me importa en exceso la opinión de los demás, que la vida no tiene frenos, sólo distintas velocidades que hay que saber llevar; ahora sé que hay un lugar donde nada más importa y no hay preocupaciones, y que ese lugar puede estar en cualquier parte, y sé, además, que hogar sólo hay uno, y ese son sus brazos y su pecho. Sé, sí, pero sobretodo siento.
No hace mucho que apareció en mi vida y sin embargo llevaba esperándole y conociéndole toda ella, y no hace falta decir que le brindo todo lo que me queda, todo, porque es suyo, y siempre lo fue, siempre lo fui. Siempre tuya.
También sé que aún nos quedan muchos kilómetros por hacer y muchas locuras por crear, y eso es la mayor oportunidad que me han dado nunca. Porque por primera vez tengo claro, si no el rumbo, al menos el sueño compartido hacia el que nos dirigimos los dos, y el rumbo, como el camino, se hace al andar, y nosotros lo viviremos, lo vivimos, día a día.
Como decía, nunca esperé que la vida fuera tan agradecida. Y soy yo ahora la que no puede parar de dar gracias... y de seguir pidiendo que, por favor, esto no sea un sueño, aunque si lo fuera, y él lo sabe tanto como yo, prefiero seguir durmiendo... toda la vida.