domingo, 25 de octubre de 2015

Mi estación.

¿Cómo iba yo, 
ilusa maga, 
a encontrar magia
sin ti?

¿Cómo iba yo,

aprendiz de poeta,
a escribir poesía
sin ti?

Mientras las hojas caen,

despojadas ya de toda inocencia,
el árbol continúa erguido
porque el cielo le acompaña.

Ahora que el invierno es más frío

y su crudeza astilla el alma,
busco en tu regazo guarida,
el fuego que en mi vida me falta.

No sólo eres el verano perpetuo, 

el hogar de una llama que jamás se apaga;
eres mi amarre a este puerto
que a veces -crueles tormentas-
parece que se me escapa;

eres la calma y la brújula

para una bruja que hace tiempo
deambula perdida;
la fórmula exacta para mí,
yo,
que no creía en la Matemática.

Eres el traductor de mis silencios,

el cielo para el que fueron diseñadas mis alas,
los versos de este poema,
la vida de mis palabras.

¿Cómo iba yo, 
ilusa maga, 
a encontrar magia
sin ti?

¿Cómo iba yo,
aprendiz de poeta,
a escribir poesía
sin ti?

Que no. Que nada.