viernes, 27 de enero de 2012

Filosofía.

¿La felicidad es un demostrable empírico o es un concepto decorativo metafísico? ¿Corresponde a categorías ontológicas o su naturaleza es epistemológica? ¿Dónde, cuándo, cómo se consigue? ¿Es un infinitivo o un gerundio? Estudiosos, filósofos, gente en general se cuestiona acerca de la esencia innata o no de la felicidad, y algunos se contestan que precisamente por ser fuente innata en nuestra mente, es inalcanzable para la unión de la misma con el cuerpo. ¡Puristas! Conceptos puros, abstractos y esenciales que pululan por ese mundo platónico de las Ideas. Un devenir continuo y a la vez un paroxismo inútil y deslenguado en el mundo terrenal que alaba cada vez más la ignorancia.
Y otros contestan que nada de Ideas ni sustancias, ¡aquí y ahora! Intelectualismo sensible, cinco sentidos, una vida. La cúspide de la felicidad está en las yemas, en las venas, en lo orgánico. Materia y alma unidos forman un cuerpo único, la unidad.
¿Y cuál escogemos? ¿Se puede escoger? Pues para eso hace falta libertad... ¿Existe la libertad? ¿Qué es existir? ¿Qué realidad debemos otorgar a eso? ¿Qué es real? ¿Y ser? ¿No estamos acotados a un lenguaje que precisamente nosotros mismos hemos creado? El pensamiento debería ser libre. ¿Puede serlo?
 Y... preguntas y más preguntas: Filosofía.


lunes, 16 de enero de 2012

Solamente tú.

Tócame, como sólo tú sabes hacerlo.
Dame la melodía, forma mi canción,
guíame en el vuelo.
Que yo seré piano, o solamente ruido,
con un solo dueño, con un solo cielo.
Y creemos juntos la canción del verdugo que mató al olvido,
y escuchemos unidos aquél sonido,
mezcla de salivas y de notas sin sentido.
Pues eso es vivir, eso es la música,
sólo tú y yo sabemos interpretar la balada de nuestras bocas,
al compás de tantos sueños como notas,
entregándonos el alma en relojes vacíos de hora,
arrancando en el jardín las espinas a las rosas.

Esto sí que sí... c'est la vie.

A veces la vida parece tan difícil. Te levantas pensando que mañana será peor, que es casi seguro que algo malo ocurrirá, y que ¡menuda mierda! a partir de ahora sí que va a ser complicado.
Entregamos nuestra felicidad a un futuro que ni siquiera conocemos, y nos creemos sabios y prudentes, sobre todo prudentes.
"Es mejor preparase para lo peor", me dijeron una vez, porque así si algo sale bien la alegría es mayor, y si sale mal... ya te lo esperabas, así que el dolor es algo más leve. Pesimistas pro.
Y te lo crees, llegas a creertelo. Aunque una duda siempre permanece en el fondo... Si pudiéramos prepararnos frente a los sentimientos, como si fueran caballos de batalla, ¿serían menos sentimientos? Nos convertiríamos en robots mecánicos, insulsos, estúpidos y fríos, muy, muy fríos. Pero, ¿puede ocurrir eso? ¿Podríamos liberarnos del miedo?
Qué prudentes creemos ser. Y no nos damos cuenta de que la vida es tan fácil como vivir el presente. El miedo no sirve de nada, sólo paraliza y obstaculiza la única misión que importa: ser feliz. Nadie dijo que el camino fuera fácil, ¿y qué? ¿No sería todo demasiado aburrido y monótono si fuera absolutamente perfecto e inalterable? Sólo debe haber miedo en cierta medida, a modo de aliciente para seguir luchando, para coger más fuerza, para avanzar y conseguir que los sueños sean realidad, y que la realidad sea mejor que los sueños.
No vale de nada despertar y pensar qué ocurrirá mañana, preparémonos para cómo queremos que sea hoy, y hagámoslo.
Que el futuro sirva solo para luchar hoy por lo que queremos. Metas, sueños, ilusiones. Impregnemos todo de eso, que al final es lo que merece la pena.
Yo hoy voy a ser feliz.

sábado, 7 de enero de 2012

Reír, vivir.

Cuántos regalos apilados en el suelo, sobre los zapatos. Le tiemblan hasta las legañas. Tiene 21 años y ni siquiera se acuerda, es niña otra vez. Quizá debería fingir que no está nerviosa, después de todo es madura y todas esas parafernalias que le gustan a los que han perdido la ilusión; pero no, esa mañana tampoco se acuerda de ninguno de esos peces que se olvidan del sentido de nadar.
Ahora, ¿cuál va a abrir primero? Otra indecisión. ¿Y si los abriera todos a la vez? ¿Y si no abriera ninguno para así al día siguiente volver a experimentar esa sorpresa? Pero claro, no sería igual, así que, ¿por qué no ir abriendo uno cada día hasta que se terminen? Y cuando se terminen, ¿qué? Hasta el año que viene, señorita.
Tiene que abrir uno, ¿cuál? ¡Éste! ¡Sin pensar! ¡Es un libro! Cómo la conocen... Podría haber estado en blanco y habría sido un acierto. ¿Qué es ella si no un libro que no cesa de escribirse? Blanco, blanco, como la nieve, pero aquí no nieva, solo a veces.
El segundo, el tercero, el cuarto, el quinto... Todos los papeles están desparramados por el suelo y ella... ella también. Se tira y se ríe. ¡Es una niña de 21 años! Sus mejillas están rojas y su corazón late repartiendo ilusión de vivir. Está claro, no nieva porque ella prefiere el calor, prefiere el verano, y ése si que saben traérselo aunque caigan copos.
Cuántos papeles apilados en el suelo, sobre los zapatos de tacón, y ella viste un pijama y unas zapatillas de peluche. ¿Serán dos? No, que no, las dos son una. Es una niña de 21 años. Y sigue riéndose.