martes, 22 de febrero de 2011

Literatura...


Esto es oscuro y lo afirmo,
firmo demasiados escritos sin premio.
Y me da pereza vender alcohol a un país tonto y abstemio.
¿Y qué doy yo? ¿Qué sale de mí aparte de un atemporal ingenio?
Si sólo sé educarme en libros, en versos, en testamentos.
Shakespeare está muerto y su nombre quizá es emblema,
¿pero cuánto talento requiere esta empresa para hacer inmortal mi lengua?
Son negocios, euros, ventas.
Algún best-seller. A veinte con noventa,
puedes construir sin fuerza los pilares de la tierra.
Invento espacios, tiempos, vidas,
y moldeo un alma a la justa medida.
Pero a nadie le importa el texto de una simple escriba,
el lamento de un arte a la deriva.
Estoy en otro mundo, a veces pregunto si pertenezco a éste.
Pero demasiado a menudo incurro en el error con nudo de creerme dios,
o al menos alguien especial, diferente.


Miradme, estoy aquí, soy una rosa en vuestro jardín al que no regáis con frecuencia.
Tengo alguna que otra espina que derrama sangre como conciencia.
Pequeña niña que lee y escribe,
pobre de ella si no estudia Ciencia.

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