lunes, 4 de julio de 2011

Sin título.

Afuera, en la piscina, los niños juegan y gritan y se enloquecen creyéndose héores de historias que jamás terminan.
Afuera, en el parque, los perros olfatean cada rastro, imaginándose con sus ojos color caramelo cuántos otros perros habrán pasado por allí y cómo podrían jugar con ellos.
Afuera, en la ciudad, las personas también olfatean, gritan, se enloquecen, compran, caminan y corren. Diversos motivos, diversas acciones, diversas reacciones, c'est la vie.
Afuera, en el mundo, los planetas giran según sus leyes (oh, menuda palabra se me ha colado), el sol sigue emitiendo calor y la tierra sigue creyéndose metafóricamente el centro del universo.
Y aquí dentro, en mi habitación, yo ni juego, ni grito, ni me creo nada. Además, me duele la cabeza, como aquél chiste que dice que el mundo se está quedando sin genios.
Qué verdad más insolente... Como aquí, ahora, esta habitación.

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