jueves, 2 de junio de 2011

Relámpagos.

A veces puede tratarse de un cambio de perspectiva, o quizá de una perspectiva adquirida desde que se es persona.
Unos nacen mirando sus pies, otros prefieren los edificios, unos no paran de compararse con el resto acorralándose más y más en su envidia, otros caminan taciturnos, sin mirar... Y por último los hay que nacen mirando al cielo. ¿Cuántas posibles vistas pueden adquirirse de esta forma? No sólo se aprecian nubes, se tocan. No sólo se observan los pájaros, se vuela. No sólo se mira, se mima, se cuida, se ve. Pero todo eso sólo es posible cuando aparece una persona que mira a quien mira el cielo, y decide unirse, ajustándose así a su campo de visión, convirtiéndose propiamente en su cielo.
Y otros, cuando ven a este tipo de personas, no saben cómo actuar, ni siquiera saben cómo esa propia persona ha de actuar, y hacen que llueva, que truene, que caigan relámpagos... Porque no comprenden el verdadero significado de ver, ya no mirar únicamente, el cielo. ¿Y qué ocurre cuando llueve, truena y caen relámpagos? La persona que mira el cielo se siente triste. Comprende y no comprende a la vez que es diferente, y se sitúa en la tesitura de si es ella quien realmente debe cambiar o son esas personas las que jamás comprenderán lo que simboliza su cielo, su mirada ante la vida.
Puede que varias veces se haya calado, y otras haya decidido huir y guarecerse, pero siempre, cuando regresan nuevas personas que hacen que llueva hasta acatarrar el alma, aunque sea pasajero, vuelve a colocarse ante las mismas preguntas.
Aunque sabe, en el fondo, que será el cielo también quien le ayude en su respuesta.

2 comentarios:

  1. El cielo lo unico que me ayuda a imaginarme es como tirarme al vacio desde tan alto y dejar de sentir esos truenos y relampagos de los que hablas.

    Vaya una Ross jajajaja!

    Soy Adridridridridri, te sigo ;) Un beso!!

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