jueves, 31 de mayo de 2012

¿Información?

Lo llaman la era de la información. Pero, ¿qué tipo de información? ¿Podríamos definirla como necesaria? La información, principal fundamento de la libertad y del pensamiento está sobreexplotada. Las noticias se agolpan frente a nosotros si abrimos un ordenador y consultamos los distintos periódicos. Cada una de ellas con un matiz diferente de persuasión, una cara más de esa moneda circular, como el progreso. Ahora bien, como decía, sin información no hay libertad, por lo que el avance en cuanto a desarrollo tecnológico que permite las comunicaciones y, por ende, la información sin fronteras, sí es necesario, y la información, esté o no sobreexplotada, también.
Pero pensémoslo bien, ¿aprovechamos esta posibilidad? La capacidad de obtener información nos resulta ya tan obvia que no le damos importancia. Cuántos jóvenes prescinden de saber lo que ocurre en el mundo ya que, total, no les influye para nada en su día a día, ni les da más herramientas a la hora de manejar las redes sociales (único eslabón imprescindible en la sociedad, o eso parece)
La información puede llegar a nosotros, es accesible, y sin embargo, es prescindible, se la infravalora. Podría utilizar aquí una frase típica del refranero español, algo así como "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes", aunque aquí cabrían algunos cambios y se convertiría en "no sabes lo que tienes porque no tuviste que perder nada para obtenerlo".
La globalización nos acerca, nos convierte en vecinos de un mundo igualitario. Y sin embargo, seguimos considerándonos seres individuales. No hay mayor ejemplo que la red social twitter, donde únicamente puedes "informar" con 120 caracteres. Más resulta tedioso, aburrido, si es algo importante, ha de poder incluirse dentro de ese límite, y si lo sobrepasa no nos interesa.
Queremos poder informarnos de lo que queramos, cuando queramos, y por supuesto, sin esfuerzo. Podríamos decir que la comodidad es un universal moral del siglo XXI, frente a los valores importantes por los que se hubo de luchar, para que después nosotros pudiésemos sentarnos sobre una silla de escritorio que tiene perfectamente hecho el molde de nuestras nalgas a base de horas y horas de "esfuerzo sobrehumano" para conseguirlo.
¿No tenemos nada más que decirle al mundo? ¿Ni siquiera tenemos nada más que recibir del mundo? Aquí cabe una reflexión, por lo menos. Mientras tanto yo creo que voy a buscar una frase que resuma todo esto en mi twitter, por supuesto.



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