martes, 4 de febrero de 2014

Vendaval.

Sólo quiero que el gris sea menos negro, y que el negro jamás vuelva a ser final. Porque los finales negros -dicen- no son finales; pero aquí en medio de la tormenta cualquier color parece utopía, y cualquier utopía, mentira. Y lo digo yo, que enarbolo banderas utópicas, que sueño en prosa, y amo en verso. Imagina hasta dónde llega el huracán, y cómo marchita el silencio.
Quiero imaginar que el desierto sólo es un bache, y que la sed sólo es la mezcla del hambre y la culpa del que desea cambiar. Sólo que a veces escuece tanto el desengaño, y ahoga tanto esta asfixia en ciernes, que la poesía parece alejarse, como un espejismo, hasta para mí.
Y entonces la desconfianza no me permite soñar más que con un ojo cerrado y el otro abierto, alerta siempre ante el vendaval... Y me permito escribir historias que sólo narran metáforas, arañan imágenes, y creen en el perdón.
Y así entendí que la supervivencia también es saber seguir volando, extender las alas, respirar poesía, entender el invierno... cuando ni siquiera el tiempo se atreve a ser juez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario