miércoles, 15 de mayo de 2013

Carta a una tormenta.

Está lloviendo.
¿Lo ves?
Estoy lloviendo.
¿Me ves?

Sé que dije que no me gustaban los paraguas... Y sé que también dije que prefería mojarme... Pero la tormenta es muy fuerte, y tengo frío. Sabes que el frío no me gusta... y tú eres mi único verano.
¿Qué piensas?... Es posible que los truenos de tu alma te impidan oír mi voz, que unas veces grita, y otras susurra, que te quiere aquí, que se está ahogando entre tanto agua. Y tú, que navegas entre olas enfurecidas, con un mar al que le cuesta estar en calma... No, creo que no me oyes.
Qué símil el mar... Tampoco es la primera vez que lo digo. Y es que cura heridas, pero también es capaz de perder navíos incluso de marineros expertos. Hay leyendas de barcos fantasma... Aunque no hay que alejarse de tierra para encontrar puertos vacíos.
Estoy divagando... Ya me conoces, no me callo ni debajo del agua. Al menos por dentro. No, nunca dejo de escribir.
Así que... ¿qué sientes? Mira allí, a lo lejos, ¿ves el cielo? Mmm... qué pequeños somos. Y tú, para mí, qué grande. Podrías cogerme con los dedos de una mano y levantarme tanto, tanto, que podría tocar las nubes.
...¿Me coges?
Tiene gracia porque sé que no estoy hablándote. Al menos no estás aquí, ya lo he dicho. Es otra manera de seguir susurrando... de seguir gritando... Pero creo que ahora sí que no me oyes. Te has alejado de mi puerto, y yo ni tengo ni quiero otro barco. Así que me hundo. Y aún con el agua al borde de los labios, un agua fría, cortante, sigo pronunciado tu nombre.
No te pierdas en el mar, por favor, déjate llevar por la corriente... Y vendrás a casa, como una ola que acaricia suave la orilla, dejándose morir en los pies de alguien lleno de vida, dejándose ir, feliz, abrazando la arena. Y es que ese es el secreto: el agua y la arena.

Fotografía por Ana Cardona. http://cuadrosconarte.wordpress.com/obra/

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