Quiero ser la hoja del árbol
que, tras crecer,
vuela, es libre, y sólo así,
después,
morir.
Hay personas que viven como si
jamás hubiesen muerto,
ni siquiera un poco,
con cada grieta del corazón.
Sin embargo, morir tras haber vivido
no es baladí, es un sueño.
Sin vivir sólo seríamos sin ser,
como un verano sin sol,
tan sólo invierno.
Tengo una pluma en el ojo,
un reloj en el pecho.
Es mi manera de medir el tiempo,
yo, que sólo soy una flor.
A menudo entre las calles
descubro que los pétalos de mi alma
no están hechos para combatir el viento
sin ti.
Y las conversaciones no tienen sentido,
como si las palabras callasen,
y el frío fueran las personas,
algo aún mal aprendido.
Yo no quiero vivir en balde,
aunque ahora los días pasan,
y la soledad no adorna
este pasajero pasaje baldío.
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