Recuerdo que me enamoré de la Filosofía hace ya
8 años. Y recuerdo que entonces todos los autores me parecían
-irresistiblemente- unos locos. Será que yo también soy una loca irremediable, más que irresistible. Pero a día de hoy sigue proporcionándome esa sensación de nerviosa pequeñez. Cada vez que estudio o leo un autor, vuelve a mí ese sentimiento de atrevimiento, de osadía, de superación. Cómo no va a ser vida la filosofía.
Y de cuando me enamoré de la Literatura, ni hablamos. Creo que nací así, perdidamente
enamorada de ella. Siempre he escrito, desde que aprendí a hacerlo. Y ya leía antes de saber: me inventaba las historias conforme los dibujos de los libros.
En fin, la historia de mi vida. Locura y palabras, supongo.
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