La LOMCE es un atraco al país. El
problema es que se trata de un atraco silencioso, sin violencia, de esos donde
se descubre lo que se ha robado mucho tiempo después de haberse cometido el
delito, cuando jamás podrá ya encontrarse el preciado objeto sustraído. Sí, eso
es la LOMCE. Bajo el nombre de “Mejora de la Calidad Educativa” se esconde un
gran golpe a la cultura, el conocimiento, y la evolución del ser humano como
ser humano. Esa “mejora educativa” se traduce en una mercantilización de la
educación donde ya no importa qué se estudia, sino para qué, con qué fin, como
si Maquiavelo llevase las riendas de este navío condenado a naufragar. No
importa que haya que dar un mazazo a las humanidades en su conjunto, y es que
cuanto menos se desarrolle el pensamiento, menos oposición, luego más poder,
más supresión sin consecuencias, pues como reza la frase: “El peor enemigo de
un gobierno es un pueblo culto”. No se trata de una teoría de conspiración,
sino de una realidad. No interesa que pensemos, no interesa que desarrollemos
el pensamiento crítico, ni siquiera interesa que desarrollemos la faceta
artística que nos define y caracteriza desde el comienzo de nuestra existencia.
¿Qué habría sido de los primeros hombres si se les hubiese prohibido pintar
sobre las paredes? ¿Qué será de nosotros si aniquilan nuestras formas de
expresión y neutralizan nuestro pensamiento?
Filosofía es condenada a mera
optativa en segundo de bachillerato, y la música reducida a una única hora
semanal. ¿Por qué, después de todo, iba a interesarnos el pensamiento de grandes
hombres que pudieron estudiar problemas muy parecidos y cercanos a los de hoy?
¿Por qué iba a interesarnos que los alumnos se cuestionen la realidad? Y la
música… ¿para qué? ¡Aquí lo que importa son las matemáticas, la economía, el
pensamiento formal! ¿Cómo si no iba a ampliarse el mercado?
Y no sólo eso, sino que además se dota de valor en la evaluación a
la asignatura de Religión católica, ¡en un estado laico! Es decir, no importa
lo que dijeron grandes pensadores como Platón o Hobbes, entre otros, pero sí
dotamos de importancia a lo que establece como dogma una religión que ya no
representa ni a la mitad de la población.
Hay muchas más asignaturas
afectadas por este nuevo ataque a la educación. De lo cual podemos deducir que
el verdadero núcleo de cada reforma educativa en este país no tiene que ver en
realidad con la educación, sino con los intereses políticos, con el círculo
vicioso a lo largo de la historia de seguir aumentando la riqueza de los ricos,
mientras los pobres son cada vez más pobres (no sólo a nivel monetario, sino
también cultural)
No niego que la reforma tenga
puntos clave que sí resultarían beneficiosos de ser impuestos, sin embargo creo
que para que un barco llegue a su destino, no basta únicamente con tener dos
marineros buenos entre toda la tripulación.
La educación nos incumbe a todos, pues es el sendero por el que
han de caminar todas las sociedades, y por tanto, todas las personas. Ahora
bien, debe ser un sendero indicativo, no una única vía. Debe servir de instrumento
para que cada ser humano forme su propio camino. Y para eso, desde siempre, es necesario,
al menos, saber que cabe la posibilidad de crear, de oponerse, en definitiva, de
ser libre para caminar hacia donde se quiera. Y jamás podremos ser libres si la
educación no es vista como un valor, y sí como una moneda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario